ATUENDO GAUCHO - “Caracteristicas regionales”
Cada una de las regiones de nuestro país tiene sus costumbres, costumbres que responden, por una ley natural, a las modalidades que impone el medio ambiente. Por eso, es necesario distinguir en el gaucho -paisano o campesino y, en modo especial, el obrero de las tareas ganaderas en el campo abierto de antaño- cuatro tipos, entre los cuales existieron y existen diferencias más o menos pronunciadas: el serrano de la región central, el de la andina, el paisano de la pampa y el del litoral o mesopotámica, siendo estos dos últimos los que tienen entre sí mayores puntos de contacto y los que dieron origen al gaucho. Las diferencias mencionadas se encuentran, más que en el físico, en la manera de hablar, en las voces populares
o modismos, en las prendas de vestir y en las del apero o recado, en los elementos de trabajo y en la forma cómo se encaran éstos, en los bailes, en los cantos, en las creencias y en muchas otras manifestaciones de las comunidades. En estas diferencias, el factor geográfico tiene una gran importancia y debe ser considerado como el principal de los generadores; el serrano, en muchos casos, deja el caballo por la mula; el isleño reemplaza a uno y a otra con el bote. Es que la tierra, la piedra y el agua imponen sus condiciones, condiciones a las que el hombre no tiene más remedio que someterse. En todos los rincones del mundo la población humana, la flora y la fauna están condicionadas a la influencia omnipotente del factor eográfico; y esta influencia tiene que ser -por razones simples- más incontrastable en los pueblos nuevos, los pueblos que se encuentran en los albores de su formación cultural, vale decir, librados a sus propias y escasas fuerzas.
Así, el hombre de la llanura le llamó ‘pilchas’ a todas las prendas de vestir y del recado, fuesen lujosas o no; en cambio, en el mismo caso, el serrano, aunque también usa aquella, prefiere la denominación de ‘calchas’, que incluye las ropas de cama, y agrega la de ‘cacharpas’ para las del apero. ¿Por qué? Sencillamente por imposición de la costumbre, la tradición, pero claro está que esa costumbre tiene que tener su origen en factores lógicos y propios de cada lugar.
En consecuencia, debemos remitirnos siempre a la anterior clasificación de nuestro hombre de campo, vale decir, a la zona de su actuación; ello nos permitirá ubicarlo más exactamente dentro de sus usos y costumbres, pues del norte al sur y del este al oeste de la República Argentina los modos típicos pueden variar fundamentalmente. Y más aún: en los tiempos pasados, esas diferencias, aunque no tan pronunciadas, eran frecuentes hasta dentro de los límites de una misma región, o sea entre los diversos ‘pagos’ que la formaban.
o modismos, en las prendas de vestir y en las del apero o recado, en los elementos de trabajo y en la forma cómo se encaran éstos, en los bailes, en los cantos, en las creencias y en muchas otras manifestaciones de las comunidades. En estas diferencias, el factor geográfico tiene una gran importancia y debe ser considerado como el principal de los generadores; el serrano, en muchos casos, deja el caballo por la mula; el isleño reemplaza a uno y a otra con el bote. Es que la tierra, la piedra y el agua imponen sus condiciones, condiciones a las que el hombre no tiene más remedio que someterse. En todos los rincones del mundo la población humana, la flora y la fauna están condicionadas a la influencia omnipotente del factor eográfico; y esta influencia tiene que ser -por razones simples- más incontrastable en los pueblos nuevos, los pueblos que se encuentran en los albores de su formación cultural, vale decir, librados a sus propias y escasas fuerzas.
Así, el hombre de la llanura le llamó ‘pilchas’ a todas las prendas de vestir y del recado, fuesen lujosas o no; en cambio, en el mismo caso, el serrano, aunque también usa aquella, prefiere la denominación de ‘calchas’, que incluye las ropas de cama, y agrega la de ‘cacharpas’ para las del apero. ¿Por qué? Sencillamente por imposición de la costumbre, la tradición, pero claro está que esa costumbre tiene que tener su origen en factores lógicos y propios de cada lugar.
En consecuencia, debemos remitirnos siempre a la anterior clasificación de nuestro hombre de campo, vale decir, a la zona de su actuación; ello nos permitirá ubicarlo más exactamente dentro de sus usos y costumbres, pues del norte al sur y del este al oeste de la República Argentina los modos típicos pueden variar fundamentalmente. Y más aún: en los tiempos pasados, esas diferencias, aunque no tan pronunciadas, eran frecuentes hasta dentro de los límites de una misma región, o sea entre los diversos ‘pagos’ que la formaban.
0 comentarios:
Publicar un comentario